Pesquemos ideas marinas

Normalmente, cuando queremos inspirarnos, miramos hacia arriba (y, recordando a Serrat, nos quedamos colgados en las alturas… me gusta Serrat), o cerramos los ojos y queremos que la bombilla se nos prenda a base de presión y quema de neuronas.

Ambas formas son razonables, pero quiero ofrecerles una de las muchas maneras que hay de inspirarse: el mar.

El mar es un tema común; es decir, ya es un campo agotado por poetas y ojos azules. Sin embargo, aún podemos pedir su ayuda para pescar un par de ideas. El agua multicolor, el paisaje que se extiende más allá de la vista, los misterios que hay más allá de lo que se ve desde un barco o la playa… Con solo preguntarnos eso podríamos encontrar muchos elementos para nuestras historias.

En las islas polinesias se ve al océano como a un ente vivo, un amigo que conecta todo. ¿Cómo dibujaríamos en nuestras historias a un ser así de poderoso y viejo? ¿Estaría a su favor o en su contra, como les sucede a Percy Jackson y a Ulises, respectivamente? ¿Y si no pudiera comunicarse, pero de alguna forma es la respuesta o un mensaje? El mar trajo al ahogado más hermoso del mundo, a los mensajes en botella, al inicio o al final de un viaje.

También podemos simplificar y tener al mar de escenario. ¿Qué daría lugar en el mar, la playa? ¿Un ataque de piratas, una boda, un funeral vikingo? ¿Y qué hay de las profundidades del océano? ¿Quién vive ahí, cómo lo hacen?¿Habrá alguien, como la sirenita, que deseé conocer la superficie? ¿Habrá otro que quiera conocer el centro de la tierra?

Imaginen que nunca se ve el mar, pero se menciona. ¿Qué vino de sus aguas saladas y llegó hasta tu puerta? ¿Sería antigua tecnología, un tesoro, prueba de que alguno de tus antepasados naufragó?

Como verán, hay muchas ideas que pueden salir de una sola imagen. Solo hay que hundirse un poco y observar.

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